Durante los meses de abril y mayo, las comunidades indígenas nahuas de la zona de la Montaña, en Guerrero, celebran interesantes rituales para asegurar la fertilidad de la tierra.
Los pobladores llegan en peregrinación a los cerros, cuevas o pozos considerados lugares sagrados. Como parte de los rituales prehispánicos, ofrendan a las deidades de la naturaleza aves sacrificadas, flores, comida, copal y ceras.
En la comunidad de Acatlán (perteneciente a la región de la Montaña baja de Guerrero) los creyentes vestidos de tigres escenifican una pelea para atraer la lluvia y las buenas cosechas. Esta tradición, en la que no participan sacerdotes de la iglesia católica, forma parte de un auto sacrificio para rendir honores a la naturaleza. Los combatientes, los tecuanis, tienen la creencia de que “mientras más peleas, más lluvias caen”.
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