Llamamos tradición a todo aquello que un pueblo ha aprendido de generación en generación, a través de los padres, los abuelos, los viejos. Las tradiciones en ocasiones son enseñanzas que se repiten, como refranes y dichos; o que se cuentan, como las fábulas historias y leyendas; que se practican como los ritos ceremoniales para pedir la lluvia; alejar a los malos espíritus; recibir y despedir a los difuntos el día dedicado a ellos. Plantar las cruces, realizar los funerales o las bodas, etc.
Hay tradiciones que se conservan en secreto, como las formulas para curar, hacer “limpias”, embrujar, comunicarse con el diablo o con los muertos etc.
Algunas de estas tradiciones guerrerenses también pertenecen a otros Estados, a la nación o a varias naciones.
Por ejemplo vale la pena mencionar por su nombre propio a las siguientes tradiciones: Fábulas del coyote y el conejo, del piojo y la pulga, del zopilote, del gavilán y del tlacoache.
Leyendas, como las del cerro de Bermeja, la Tecampana, de la laguna de Tixtla, del Tecóatl, de tantas peñas, pozas, cuevas, barrancos, manantiales y árboles.
Historias y cuentos de aparecidos: del chamuco, de duendes, de cihuas, héroes, santos, brujos y nahuales.
Recetarios de medicina popular que la gente aplica todos los días, recetarios de comidas y bebidas.
Las costumbres son hábitos sociales que determinan los comportamientos de los miembros de la comunidad en el seno de familia, en la calle, el mercado, las visitas, las reuniones y demás casos de convivencia social. Las costumbres establecen como vestir para cada ocasión, como saludar, como dirigirse a las personas.
Los nacimientos, los bautizos, los “santos” y cumpleaños, los matrimonios y fallecimientos van acompañados, invariablemente de sus correspondientes costumbres. Muchas de estas no son exclusivas ni originarias de Guerrero, sino compartidas con otros estados y países.
La costumbre de festejar a alguien o algo con música, flores, cohetes, obsequios, comida, bebida y a veces, con danzas, repiques de campanas y fuegos pirotécnicos, está muy generalizada.
La costumbre de ir a las cumbres, a principios de mayo, a pedir la lluvia para la siembras, tienen origen prehispánico y varía de población en población.
Cuando esta imploración no da resultado, los agricultores, en junio, acuden a los templos para llevar las imágenes de los santos en procesión al campo. También lo hacen para cesar las lluvias cuando son demasiado abundantes.
Otras costumbres, consisten en ir en agosto a los maizales a cortar y asar elotes o preparar el delicioso elopozole y salir a “espantar el hambre”
Otra es la del 29 de septiembre, cuando amparados por el arcángel Miguel, salen a quemar al “Malo” con la flor seca del pericón y luego se ponen, detrás de las puertas, cruces protectoras, con flores frescas.
Obsequiar pozole y mezcal en las fiestas, con mole verde o rojo con tamales o atoles, chalupas, barbacoa, son costumbres respectadas.
Las procesiones y escenificaciones de la Semana Santa; los cumpleaños con mañanitas guerrerenses o los papaquis en Tixtla; las bodas de Costa Grande, donde los invitados tienen que pagar lo que consumen; los velorios por la banda de música; las peleas de tigres en Zitlala o los “porrazos” de tigres en Tixtla, y la costumbre de ir al pozole los jueves en Chilpancingo.
La gente acepta como verdaderos, hechos, personajes, lugares, promesas y otras cosas que la ciencia, la lógica o el sentido común rechazan. Esas son las creencias: difuntos aparecidos, duendes y chaneques, el diablo o los diablos, nahuales, santos, cihuas (como chihuatatayotas de Tixtla o la llorona) o la imagen que sale del nicho durante la noche para aliviar a un enfermo o para salvar a alguien de un peligro, y regresa en las madrugadas con las ropas enlodadas o cubiertas de zetas y cardillos. Los nocturnos pactos con Satán; los “encantos” que se abren en una peña, en una cueva, en una poza del río.
En fin, la gente cree en muchas otras cosas: En las curaciones maravillosas en el poder de los brujos y brujas, en la magia, en los conjuros, etc.
Las danzas están formadas por conjuntos que se identifican con un nombre y en algunos casos también por su lugar de origen. Se caracteriza por llevar un vestuario especial, bailar rítmicamente con pasos propios y los conjuntos de ballet más modernos, de una coreografía. Las danzas tradicionales se presentan por lo general en festividades religiosas y en conmemoraciones cívicas.
Así, son famosos los conjuntos de los “Tlacololeros”, de Chilpancingo, Tixtla y Chichihualco; los “Tigres”, de Zitlala, Almolonga, Tixtla y Apaxtla; los “Siete Vicios”, de Chilapa; los “Aguileros”, de Ixcateopan; los “Pescados”, y los “Machos” de Costa Chica; los “Diablos”, “Tecuanes”, “Moros”, “Manueles”, “Gachupines”, “Maizos”, “Tejoneros”, “Zopilotes” y el “Palomo”, de San Miguel Teloloapan. En años recientes se ha incorporado la danza de los “Chinelos”, procedente del estado de Morelos.
Por lo que respeta a los bailes típicos regionales, podemos mencionar, entre otros, al “Zapateado” de Tierra Caliente; la “chilena” y el “fandango costeño”, en las dos costas del Estado.
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